Postal ascendente
Se va de las manos.
La imagen toma movimiento,
obliga a ver que no alcanza la mirada
cuando el paisaje desborda y se respira
y uno se siente pequeño o gigante
en un territorio cumplido, sin promesas.
Asciende como si se tratara de un calor nuevo.
Estrena cielos, refleja brillos,
sube como un sol amanecido
que reina en su trono de fuego.
Un sol, al que las nubes le hacen cosquillas.
Ríe, no existen rincones oscuros,
desde el centro la luz llega a los extremos
y no cae. Debajo es más claro todavía.
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