Si
Si fuéramos esos niños
jugando cada tarde a las escondidas
buscándonos días y días
en el lugar de siempre, distintos.
Si como ellos pudiéramos sentir
que el juego nos crece como un abrazo
y sudáramos cansancio en la distancia;
hoy habría mucho más que una pared vencida
donde apoyar los sueños.
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